La palabra surrealismo es emplea por primera vez en 1917 de la mano de Apollinaire. En sus orígenes, el perfil estético de la vanguardia estuvo dominado por “lo literario” a pesar de que “lo visual” y “lo plástico” adquirieron relevancia con el tiempo. La vanguardia defendía plasmar el pensamiento “inconsciente” a través del lenguaje (literatura) “automático”. El surrealismo era pensamiento y el pensamiento se vehiculaba a través del Verbo. Breton llamaba a este mecanismo “escritura de pensamiento” (pensamiento expresado mediante palabras). Con su Primer Manifiesto surrealista (1924), André Breton coloca en el terreno de la cultura, el inconsciente.
“Creo en el encuentro futuro de esos dos estados,
en apariencia tan contradictorios,
como son el sueño y la realidad,
en una especie de realidad absoluta, de surrealidad”.
Pero ¿cómo se concibió el cine desde el surrealismo si se partía de la idea de lo automático e inconsciente?
Para entender la evolución del cine surrealista es importante tener en cuenta películas realizadas a mediados de los años 20’s con distintos experimentos vanguardistas llevados a cabo en París. Cortometrajes como “Le retour à la raison” (1923), “Emak-Bakia” (1926), “L´étoile de la mer” (1928) y “Les mystères du château de Dé” (1929) del fotógrafo Man Ray; “Entr´acte”(1924), del cineasta René Clair y “Anémic Cinéma” (1926) del artista multidisciplinario Marcel Duchamp forman parte de este preludio.
Sin embargo las bases teóricas tardaron en asentarse. En un principio la concepción del cine era imposible desde las premisas surrealista. Realizar un film representa un acto mecánico y pensado, un proceso largo que incluye un guión, la filmación de imágenes, un montaje y la exhibición del resultado final. Todo este proceso abandonaba la idea inicial de instinto.
Aunque muchos negaban que fuese posible que un arte visual plasmase el inconsciente del artista, en 1928 André Bretón escribe una serie de artículos, "Le Surréalisme et la peinture", en los que matizaba el marco teórico inicial entendiendo el cine como un medio de presentación de imágenes que impactaban al público por su propia carga visual.
¿Cómo era ese cine?
En este momento el cine pasaría a ser considerado una nueva manera de trasmitir el pensamiento sin tener en consideración el discurso narrativo para contar una historia. Se trataba de un lugar de encuentro de las pulsiones individuales y un medio de liberar los impulsos. Representaba un refugio para los delirios. No era importante lo que se contaba sino lo que se veía. Se atraía la atención del espectador a través de la sorpresa que creaba la manipulación visual de las imágenes (trucajes como fundidos, acelerados, cámara lentaMLXLS...). El cine era un poema en imágenes, imágenes con un valor en si mismo.
Al no haber una continuidad narrativa la vinculación con la pantalla era a través de la singularidad del creador. La audiencia era activa. El espectador acudía a las salas de manera aleatoria sin conocer los horarios ni consultar los programas. Se dejaba sentir a través de lo antinarrativo. Un ejemplo de ello fue “Un chien andalou”.
Un cine surrealista más social.
Si bien es cierto que “Un chien andalou” es un film muy importante dentro de la corriente, para Breton la película clave del nacimiento del cine surrealista fue L´age d´or que consiguió socializar el surrealismo al mostrar el discurso teórico del grupo a partir de unas imagenes paradigmáticas: canto al amor apasionado, el halago a lo absurdo, el rechazo de lo político, la anti religiosidad… Aunque existía en él un marcado didactismo, no importaba que abandonase la idea inicial de lo antinarrativo como aparece en “Un Chien andalou”, para Breton suponía una choque para la burguesía. En este momento se utilizaba el cine para escandalizar a la sociedad burguesa quedando claro que lo importante para Breton no eran las conciencias individualistas.
En 1980 ofrece una visión de lo que para él había sido el objetivo de la corriente: “El surrealismo pretendía ante todo provocar, en lo intelectual y lo moral, una crisis de conciencia del tipo más general y más grave posible, y que el logro o el no logro de tal resultado es lo único que puede determinar su éxito o su fracaso histórico”. Así abandonaba la idea de lo individual para tener en cuenta lo colectivo a través del cine como un vehículo más para plasmar el inconsciente.